Reseña: «La puerta» de Manel Loureiro

«La puerta» me llamaba desde la mesita de noche y ha conseguido que abandone el salón antes de tiempo para correr a la cama a leer.

manel loureiro

A Loureiro le sigo desde que leí «Apocalipsis Z». Por aquel entonces él ya era un autor con cierto reconocimiento, sin embargo, yo no había oído hablar de él y fue mi venazo por el mundo zombi lo que me llevó a sus novelas. El venazo fue perdiendo intensidad, aunque aún sigue ahí, pero en esa época devoré, además de las novelas de Loureiro, los «Caminantes» de Carlos Sisí, «Guerra Mundial Z» de Max Brooks (luego vi la peli, nada que ver, aunque muy buena también), releí «Cell» de Stephen King, «Melanie: Una novela de zombis» de Mike Carey (la peli nostamal) y me vi todas las temporadas disponibles de «The Walking Dead», total, que me metí una sobredosis zombi quepaqué.

Afortunadamente, Manel fue publicando otras novelas, ya fuera del ámbito de los muertos vivientes, que me servirían para desengrasar. Solo he leído «El último pasajero», «Fulgor» y «La puerta». De las dos primeras, debido a mi memoria de piojo, no puedo decir más que me dejaron muy buen sabor de boca, «La puerta» aún la tengo fresca, así que allá voy.

Sinopsis

Un crimen ritual. Una mujer desesperada por salvar a su hijo. Manel Loureiro sorprende con un thriller ambientado en la misteriosa y legendaria Galicia.

El hallazgo del cadáver de una joven, asesinada mediante una antigua forma ritual a los pies de la mítica Puerta de Alén, desconcierta a sus investigadores. La agente Raquel Colina es una recién llegada a ese rincón perdido de Galicia para tratar de salvar a su hijo, al que la medicina ya no puede curar. Sin otra alternativa, y llena de dudas, Raquel había recurrido a una menciñeira local, que prometía su sanación. Sin embargo, la misteriosa desaparición de la curandera y el descubrimiento de la víctima de la Puerta hacen sospechar a Raquel que ambos casos pueden estar relacionados. Con la complicidad de su compañero, en un ambiente mágico y rural que no acaba de comprender y donde todo el mundo parece guardar un secreto, la agente comenzará una desesperada cuenta atrás para resolver el caso y así hallar la última tabla de salvación que le queda a su hijo.

Tal y como recordaba de otras lecturas de este autor, «La puerta» se lee sin sentir y me ha hecho recuperar esa ansia de apagar la tele (cuánto mal está haciendo Netflix a la lectura) e irme a la cama corriendo para leer.

Arranca de maravilla, con un punto de partida que te pone en tensión y situación desde el primer momento.

Por un lado, aparece una joven asesinada en lo alto de un monte alejado de toda civilización y, por otro, una madre desesperada porque su hijo se muere y la última salida que ve es acudir a una curandera. Casualmente, el lugar de reunión con la sanadora se encuentra cerca del monte donde ha aparecido el cadáver de la muchacha y, casualmente, la protagonista es guardia civil. Loureiro describe a la perfección su desesperación ante la inminente muerte de su hijo sin caer en la sensiblería facilona, describe de maravilla la Galicia vaciada, sus misteriosas gentes y su hermosa, pero a la vez inclemente meteorología.

Lo de la España vaciada me llega especialmente porque lo conozco de primera mano, pueblos que languidecen abandonados por las autoridades, sin colegios, sin Internet, sin cobertura, sin atención primaria. Lugares que solo cobran vida en Semana Santa o verano y, a veces, ni eso. Una auténtica pena. SOS Soria.

Pero sigamos con «La puerta» y lo que no me cuadra de ella y es que, después de aparecer una joven abierta en canal con su propio corazón en la mano bajo un gigantesco marco de piedra, allí no aparezca ni el Perry (por mucho ocultismo, abandono y aislamiento que haya) y se tengan que hacer cargo de la investigación los dos agentes del puesto del pueblecito de Viascón: Raquel, la protagonista, y su compañero Juan. Con un asesinato ritual de este calibre, si no aparecen los de la UCO, los de Sálvame se plantarían allí en un periquete. Es verdad que hay unas manos oscuras y alargadas que se encargan de que todo lo que ocurre en la Puerta de Alén no trascienda, pero ya te digo yo que con los de Telecinco no iban a poder.

También echo de menos saber más acerca de los sentimientos de Raquel, no con respecto a su hijo, su trabajo o el desconcierto que sufre ante lo que le pasa, eso el autor lo desarrolla y deja claro, sino con respecto a otros personajes que están muy cercanos a ella. Cuando la leáis, si lo hacéis, entenderéis de qué hablo, me parece que ahí Loureiro hace trampa y oculta información a propósito, para luego tampoco dejar nada claro.

¿El final? Aunque se adivina, es bello y estremecedor. Me ha gustado y repito: La puerta me llamaba desde la mesita de noche y ha conseguido que abandone el salón antes de tiempo para correr a la cama a leer.

Puntuación: 🍺🍺🍺🍺/5