Comencé con «Perverso», pero vi, en las sugerencias, que tan amablemente nos proporciona Prime Video, que había una precuela titulada «Parot», de modo que la dejé aparcada —después de ver unos quince minutos del primer capítulo y quedar con buen sabor de boca— para dedicarme de lleno a «Parot».
«Parot» me ha gustado, «Perverso», no. Ambas cuentan con buenos actores y una producción cuidada, sin embargo, la segunda es una ida de pinza de mucho cuidado.
«Parot», bien. Te intriga, engancha y desespera. De todo, lo que más, desespera. Pobrecita la protagonista encarnada por Adriana Ugarte, qué sufrimiento, que dices tú: madre mía cuándo va a acabar de enredársele la vida a esta muchacha.
También maravillosa: Blanca Portillo, la mejor. Javier Albalá, no me pegaba nada y al malo, Iván Massagué, tampoco acababa de creérmelo. Pero, a pesar de ello y de algunos agujeros en el guión, que presentan situaciones muy forzadas para conseguir unas consecuencias concretas, la disfruté (ahora mismo solo recuerdo dos de esas situaciones: si un personaje es conocedor de que el que le está ofreciendo un vaso de agua echaba droga en la bebida de sus víctimas para abusar de ellas, por lógica, no lo aceptará, pues no, coge y lo acepta, o si vas conduciendo y ves que estás empezando a marearte, paras en el arcén, no tiras millas hasta caer a un lago).
Punto positivo: me encontré con Óscar Reyes y Fernando Escandón de «Pasión de gavilanes». Eso tuvo su punto. Super fan: 🎵 «Quién es ese hombre… » 🎵.
«Perverso», mal. Rizando el rizo. Aquí, el forzar las situaciones en busca de un resultado determinado y de la sorpresa en el espectador desemboca de lleno en una inverosimilitud brutal. Y luego, la manía de que todos, absolutamente todos los personajes estén implicados en la trama y estén relacionados entre sí de manera inesperada, que solo faltaba que la extra que sale tirando del carrito de la compra sea una compinche del asesino. Claro, para conseguir esas ligazones, han hecho unos birlibirloques muy bestias e increíbles. Así que el buen sabor de boca, que me habían dejado los quince primeros minutos del primer capítulo, se fue a la porra.
Me podía haber ahorrado «Perverso».