Reseña: «Duramadre» de Víctor Sellés

«La catedral del cráneo actúa como una caja de resonancia y el eco de las cosas que duelen reverbera a través de los años […]. Duele porque algo tiene que doler siempre para que uno pueda certificar que sigue vivo y respirando»

Duramadre de Víctor Sellés (Obscura Editorial, 2021)

Y seguimos para bingo con Obscura: ¡bingo!

Duramadre: meninge exterior que protege al sistema nervioso central (encéfalo y médula espinal).

«La catedral del cráneo actúa como una caja de resonancia y el eco de las cosas que duelen reverbera a través de los años […]. Duele porque algo tiene que doler siempre para que uno pueda certificar que sigue vivo y respirando».

Lo primero, ha sido una delicia leer a Víctor Sellés: no te atascas, no te enredas, todo fluye. Parece que utiliza una prosa sencilla, pero es todo un trampantojo, y ahí está lo bueno, que no te das ni cuenta. Se nota que busca y rebusca las palabras y las imágenes exactas para que la lectura te lleve hasta su mundo sin que tengas que pelearte con ellas. Y todo esto, a pesar de que en ocasiones transcurre por unos caminos difíciles de comprender, mezclando el sueño con la realidad, lo ficcional con lo no ficcional, hasta la duda, como si el universo fuera una especie de Matrix espiritual.

«Solo quiere saber en qué dirección avanza el tiempo, si hacia delante o hacia atrás, si estamos en un universo espejo».

La historia: dos protagonistas consumidos por la culpa. Un abuelo, el Viejo, con un pasado secreto, oscuro y —para mí— fascinante y una nieta desubicada, que vive sumida en sus poemas y canciones y que nada conoce de su abuelo, incluso, ignora si él la ama. La madre de la chica la envía a Madrid a cuidar del Viejo, mientras el hombre lucha —como resignado y convencido perdedor— contra el cáncer.

Poco interactúan entre ellos, Lorena cuida de la casa, hace la compra y acompaña a su abuelo a las visitas médicas previas a la operación. Él hace vida de viejo, muy a su pesar: mañanas sentado en la plaza rodeado de ancianos hablando de enfermedades y de quién se ha muerto y de quién está enfermo y va a morir. Pero los dos tienen algo en común: se sienten responsables de la desaparición de Daniel, el hermano pequeño de Lorena, allá cuando ambos eran niños.

«Luego Daniel desaparece, pero no se va del todo. Se convierte en un fantasma que los atormenta, que se niega a morir».

Abuelo y nieta buscan el consuelo cada uno a su manera. Ella procura el reencuentro con su hermano en sus sueños mediante la tulpamancia, que básicamente —muy básicamente—, consiste en crear un ser a partir del pensamiento, alimentarlo y darle atención hasta que adquiere voluntad propia. El Viejo, por su parte, se amarra a la esperanza de que aún existe la posibilidad de vengar a su nieto y redimirse de la vida que ha llevado. Y para ello buscará al Diablo.

El Diablo ronda por Madrid asesinando a jovencitas. Los cadáveres de sus últimas tres víctimas ven Friends sentadas en el sofá con él, mientras busca los micrófonos que se meten por error en el plano. Unas chicas que pronto serán olvidadas por los medios, la policía y la sociedad, pero no por la gente que las amaba ni por ellas mismas, que esperarán eternamente en «el árbol del olvido», si nadie lo remedia. Y el Viejo, como ya he dicho antes, se propone hacerlo.

Duramadre es arriesgada y original, tanto por su mezcla de géneros (¡arriba el mestizaje!) como por su manera de plantear la historia. Realista y sobrenatural, con numerosas referencias culturales y personajes curiosos e interesantes.

Valoración: 🍺🍺🍺🍺/5

Cuando el cáncer pone a su abuelo contra las cuerdas, Lorena viaja desde Sevilla a Madrid para cuidarlo. Ambos lidian con la culpa por la desaparición de Daniel, el hermano menor de Lorena. La chica intentará reinventarlo mediante sueños lúcidos y hará lo imposible para encontrarse con él en el mundo onírico y mantenerlo así con vida. Por su parte, el anciano carga con un pasado que destruyó a su familia para siempre, un peso que tratará de redimir dando caza al responsable de la ola de asesinatos que asola la ciudad.

Víctor Sellés vuelve a rebasar los límites de los géneros literarios en una atípica novela negra con tintes sobrenaturales en la que la venganza, el remordimiento y la necesidad de redención se entrelazan en un juego de dimensiones alternativas donde los límites entre lo real y lo ficcional se difuminan y confunden como en un laberinto de espejos.

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