Cómo promocionar tu novela en las redes sociales (advertencia: título trampa)

Voy a ser sincera: me ha pillado el toro.
La Web de «La habitación de Minerva» está casi lista y no he tenido tiempo de escribir ninguna entrada para el blog, y mira que me lo ha dicho veces mi amigo Miguel: «Prepara al menos un par de artículos..

Voy a ser sincera: me ha pillado el toro.

La Web de La habitación de Minerva está casi lista y no he tenido tiempo de escribir ninguna entrada para el blog, y mira que me lo ha dicho veces mi amigo Miguel: «Prepara al menos un par de artículos, no deberías publicar la página con el blog vacío».

Publicar la primera entrega de un blog debe ser intimidante para todo el mundo, para mí lo está siendo. ¿Qué puedo ofrecer a la gente, qué poseo que pueda resultar interesante, si ya me he exprimido como un limón escribiendo La habitación de Minerva y sus relatos? Tengo muchas ideas a medio desarrollar, pero ninguna lo suficientemente crecida o atractiva.

Me vienen a la mente «bellas» anécdotas, ya no tanto del proceso de escritura de la novela, sino de la «postproducción», como el fascinante mundo de las redes sociales. Jamás me han atraído ni he sentido, o tenido, la necesidad de registrarme en ninguna de ellas, y ya tengo mis añitos, o sea, que por tiempo no ha sido. Con la novela me ha tocado hacerlo (hay que promocionarla) y creo que se han vengado de mí. En concreto, Facebook.

oh-oh

Tres veces me registré y en cada intento, a los pocos minutos, me llegaba una notificación diciendo que mi cuenta había sido inhabilitada. Y todo por mi seguridad: gracias, Facebook. Como una pardilla, introduje todos los datos que me pedía en cada ocasión, hasta mi foto, pero no quería saber nada de mí: se ve que había herido su corazoncito artificial. Por fin, a la cuarta fue la vencida y el maravilloso mundo de las redes sociales se abrió ante mis miopes ojos y mis torpes dedos.

He ido aprendiendo poco a poco y metiendo la pata al mismo ritmo. Tuve mi propio admirador «secreto». Me escribía todos los días para decirme cosas bonitas sobre mi sonrisa y para intentar quedar conmigo a toda costa, a pesar de que yo podía ser su madre y de que le expliqué que un gran porcentaje de la belleza de mi foto de perfil se debía al filtro «guapura» del móvil de un amigo (¡viva el filtro «guapura»!). Como soy una blanda, y el muchacho siempre fue educado (quería ligar conmigo, pero lo hacía de buenas maneras, a saco, pero de buenas maneras), seguí contestándole un par de veces poniendo en marcha mi momento Umbral. Mentaba mi libro entre mensaje y mensaje, pero no hubo manera y al final abandoné. ¿Qué aprendí? Que poner tu estado civil en el perfil es muy importante.

También han querido que me replantee mi orientación sexual en varias ocasiones, de ahí no aprendí nada, pero hice una buena amistad. En otra ocasión me ofrecieron unos perfumes finísimos y exclusivos junto a productos hechos a base de calostro. ¿Qué aprendí? Que el calostro tiene excelentes propiedades nutritivas para el cutis.

Seguiré metiendo la pata y publicando entradas en los grupos que no son. Me he vuelto loca, me he unido a tantos grupos que ya no sé ni por donde me da el aire y mezclo las reglas de unos con las de otros. Qué bajón da cuando un administrador rechaza tu contribución y lo hace con la frase final: «Lee las normas del grupo»… En realidad, solo me ha pasado dos veces, pero tengo la sensación de que han sido cien.

Para los que os interese escribir: El escritor emprendedor, un gran grupo. Supongo que lo nombraré más veces junto con algunos blogs, como El café del escritor, que ayudan a los novatos en estas lides de la escritura. Mi intención es plasmar mi experiencia como escritora desde la más absoluta «pardillez», no puedo dar consejos porque no tengo suficiente recorrido ni de lejos, pero sí puedo contar lo que hice o lo que dejé de hacer, de lo que me arrepentí o de lo que no, y si sirve de orientación, aunque solo sea a una persona, bienvenido sea.

Y sin comerlo ni beberlo, ya me he currado la primera entrada de mi blog, al final no ha sido para tanto. Lo que no sé es si ha resultado interesante, eso no debo juzgarlo yo.

Aviso de que sigo presente en el Facebook y amenazo con el Instagram, con el que todavía no me he hecho y aún estoy a tiempo de liarla. Se me resiste, pero lo haré. Todavía me queda el Twitter, otro gran desconocido para mí, ni siquiera he hecho un intento de aproximación. Hay todo tipo de opiniones sobre él: unos dicen que solo sirve para meterse con la gente y otros lo consideran una herramienta poderosa para darse a conocer. Miedito me da y miedito me doy.

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