Bitácora Improbable se quedó con ganas de más después de leer Laberinto, la variable independiente, qué maravilla.
Ya anunció, cuando incluyó Laberinto —para mi sorpresa y regocijo— entre sus lecturas favoritas de 2023, que tenía en sus manos La habitación de Minerva, y amenazó con reseñarla.
Os dejo por aquí algunos fragmentos de la reseña, pero, por favor, no dejéis de leerla al completo en su blog, no solo porque hable bien de la novela (como no me veis, os lo digo: me estoy sonrojando), sino porque merece la pena navegar por un blog tan trabajado y ecléctico: literatura, música, cine y hasta ganchillo.
«La habitación de Minerva»: mucho más que una historia de fantasmas
Me encantaría que ustedes mismos descubrieran toda la movida que hay detrás de esa encantadora bebé Minerva de un añito, que se queda ojiplática mirando algo que aparentemente solo ella ve en un rincón de la habitación.
Aunque esta sea la trama principal, algo que me ha encantado del libro son las subtramas de los secundarios que se relacionan con los padres y, sobre todo, los flashbacks imprescindibles para entender todo el contexto de la madre protagonista.
Y es que en «La habitación de Minerva» se habla también del acoso escolar, de hasta qué punto un profesor se puede inmiscuir en una situación familiar para ayudar a un alumno que está sufriendo no solo las burlas de sus compañeros sino la descomposición de su propia familia, de los malos tratos dentro del núcleo familiar, sobre todo de padres a hijos. Se toca el tema de los acosadores sexuales (tremenda la escena en la que la protagonista se enfrenta a ellos), de los tejemanejes de las farmacéuticas y, lo que más más me ha gustado, el Madrid de los 90.
Así que si lo suyo son los fantasmas, sueños malrolleros, familias conflictivas y apariciones acongojantes, Minerva, su familia y su habitación están hechas a su medida.