Reseña: «Sobreviviéndome» de Rubén Zamora

Una de mis adquisiciones de Feria del Libro de Alcobendas: cortito, entretenido, muy bien escrito y muy bien editado por Drakul

Sobreviviéndome de Rubén Zamora (Editorial Drakul, 2019)

Nadie está preparado para el fin del mundo, quien lo afirme, miente.

Una de mis adquisiciones de Feria del Libro de Alcobendas: cortito, entretenido, muy bien escrito y muy bien editado por Drakul (apenas he encontrado erratas y, por desgracia, últimamente mis ojos las buscan sin que yo se lo pida, no en lo que escribo yo, sino en lo que escriben los demás, ya podían estar más atentos con su propia dueña).

El protagonista regresa a España después de unos años en el extranjero porque su padre está muy enfermo. Adora a su padre, se lleva fatal con su madre y muy bien con su hermano.

En el primer tercio de la historia conocemos su situación familiar y sus recuerdos y vivimos los últimos días del padre, hasta que el último día del padre se convierte en el último día de la humanidad.

La trama no es muy original, un apocalipsis (aunque esta vez suceda en casa, al norte de España), y puede que esa sea la única pega que le encuentre a Sobreviviéndome: con la buena pluma que tiene Rubén Zamora, podría haber dado para más. Porque la historia cautiva y el autor consigue hacerte llorar y desesperarte. Te mete en la piel de un protagonista muy bien desarrollado —un tipo más bien hosco y despegado al que acabas cogiéndole cariño— profundizando en sus antecedentes y en sus sentimientos, y te adentra en un paisaje desolado, que ves y que sientes. Sin embargo, las vivencias de este hombre pasan por lo que hemos visto pasar a decenas de personajes.

Sí es cierto que lo hace de una manera más cercana y realista que otras obras —e insisto, gozas del viaje, pero acude a una de las vertientes básicas que puedes encontrar en este tipo de situaciones con respecto al resto de los supervivientes, ya sabéis, o son muy buenos y te ayudan y hasta tienen una comunidad que comienza a organizarse, o parecen que son muy buenos y luego resulta que son una especie de secta y están como una chota, o son muy malos y fuertes e intentan esclavizar a los más débiles.

¿Con cuál se queda el autor? Leérosla que, además de estar muy bien, tiene un precio estupendo. 

La verdad que con tanto contenido apocalíptico del que disfrutamos es difícil ser original y lo importante es contar algo de una manera atractiva y Rubén lo ha conseguido.

Para colmo de males, Rubén no solo escribe bien, sino que es un tipo generoso. Escribió una segunda parte titulada Mañana, cuando sigamos vivos y a pesar de la insistencia de Drakul en que no lo hiciera, se emperró en publicarla de manera gratuita a través de su blog en marzo de 2020. Sí, en plena pandemia. Como dice el protagonista en Sobreviviéndome: «¿Cómo metes a veinte navarros en un coche? Diciéndoles que no caben».

Su intención: aportar su granito de arena en aquella situación tan extraña y desesperante que vivimos y que parece que ya hemos olvidado (por suerte o por desgracia), de hacerla más llevadera, de sacarnos «un poquito de la casa y olvidar la cuarentena y esta mier*** del mald**** coronavirus».

El protagonista vuelve a su pueblo natal en España después de pasar muchos años trabajando en otro país. No le apetece nada regresar, pero la última llamada de su hermano, seca y apremiante, le hace sospechar que su padre se encuentra muy mal. No le queda más remedio que hacer una visita a la familia en Navidad, aunque sea breve.
El reencuentro con su familia y el lugar de su infancia le evocan recuerdos y sentimientos contradictorios. La enfermedad de su padre está más avanzada de lo que creía
.

Sin embargo, todo esto pasa a segundo plano cuando el pueblo sufre un cataclismo que nadie espera, y del que no se sabe el motivo o la causa.

Es el fin del mundo, de la humanidad y nadie sabe quién lo ha provocado. Lo único que importa ahora es sobrevivir.

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