Sí, es del 2018, pero yo la he pillado ahora y seguro que no soy la única que aún no la había visto.
Se trata de un thriller de HBO basado en una novela de Gillian Flynn con un pedazo de plantel y una trama y unos personajes muy chungos y complejos (menuda cabecita la de Gillian Flynn).
El caso es que es bastante pausada, pero tiene una lentitud agradable, y eso que yo soy de las que se exaspera con las escenas largas en las que no pasa nada y solo vemos paisajes o gestos de los personajes —no tengo mucho tiempo para ver la tele y me gusta (o más bien necesito) que el asunto vaya al grano—. Sin embargo, Heridas abiertas, aunque me costó un pelín engancharme y en algunos momentos, sobre todo al final, le pedía a gritos un acelerón, tiene buenos actores, buena fotografía, muy buena música y una trama magníficamente montada y cuidada al detalle. Merece la pena tener paciencia.
Ojo con el final, qué momentaco. Y, ojo, que tiene escenas después de los créditos a lo Marvel, que desvelan justo los detalles por los que te preguntas cuando acaba el último capítulo y te quedas flipando al tiempo del fundido a negro. Sí es verdad que tuve que acudir a Internet para interpretarlas bien y quedarme a gusto, porque son ráfagas demasiado rápidas para mi atorrijado cerebro.
Sinopsis (Filmaffinity):
Tras pasar un breve tiempo en un hospital psiquiátrico, la periodista Camille Preaker regresa a su pequeña ciudad natal para cubrir los asesinatos de dos chicas adolescentes. Durante años, Camille apenas ha hablado con Adora Crellin, su neurótica e hipocondríaca madre, que vive con su marido y con su hija Amma, hermanastra de Camille, una joven a la que apenas conoce. Instalada en su antiguo dormitorio en la mansión victoriana de su familia, Camille pronto se identifica con las jóvenes víctimas. Atrapada por sus propios demonios, debe desentrañar el rompecabezas psicológico de su propio pasado si quiere obtener una historia que escribir acerca de los crímenes.