
Me vi la primera temporada, me gustó. La pareja de detectives extrahumanos y raritos, el pasado y el presente, las investigaciones paralelas… Me perdí en algunos momentos siguiendo la cadena de pistas —me suele pasar con este tipo de tramas—, pero me mantuvo enganchada y, aunque al final hubiera paz para muchos malvados (me quedé un poco chafada por que algunos de los malos no fueran castigados, pero es lo que suele pasar en la realidad), me dejó muy buen regusto.
Seguí con la segunda y no pasé del tercer capítulo, y mira que lo intenté, pero los personajes no me resultaron atractivos y el rollo gánsteres y trío de policías borrachos y atormentados ya lo tenía muy visto y no encontré ningún puntito atractivo como en la personalidad de la pareja Hart-Cohle. Así que me salté la segunda y la tercera y me fui directamente a «Noche polar», que me llamaba poderosamente la atención y ahí sí que devoré capítulo tras capítulo, casi sin respirar.
Una ambientación estremecedora, el frío, la noche, la soledad, y elementos paranormales, que es lo que me gusta a mí. Algunos han criticado, precisamente, la incursión de estos elementos y que algunos de los hechos que ocurren en la serie solo se puedan explicar a partir de ellos. También se ha criticado la moralina feminista, la justificación de los crímenes perpetrados por las mujeres de la serie y hasta el lenguaje soez (menuda gilipollez). Está claro que hay algo de campaña en contra de «Noche polar», porque hay críticas que no se sostienen por ningún lado.
En fin, yo la he disfrutado y, sinceramente, no me he parado a pensar mucho, me la he «creído» y punto. Quizás sí me defraudó un poco el verdadero móvil de los asesinatos: me pareció bastante mundano después de tanto hecho misterioso y pseudosobrenatural.
La podéis ver en HBO, os dejo la sinopsis:
Cuando la larga noche de invierno cae en Ennis, Alaska, los ocho hombres que operan la Estación de Investigación Ártica Tsalal desaparecen sin dejar rastro. Para resolver el caso, las detectives Danvers y Navarro tendrán que enfrentarse a la oscuridad que llevan dentro y escarbar en las atormentadas verdades que yacen enterradas bajo el hielo.