Reseña: «Disforia» de David Jasso (Ed. Valdemar, 2015)

Una historia que engancha y estremece, que angustia y sorprende. Personajes con muchas capas, ni blancos ni negros, vamos, de los creíbles, y una narrativa muy cómoda e inmersiva, de la que te hace olvidar que estás leyendo

Ana García de Polavieja (correctora de «Disforia») y el Librero del Mal, Antonio Torrubia, tienen la culpa de que me lo haya pasado también y tan mal estas últimas noches antes de ir a dormir. Gracias a ellos, llegué a «Disforia» de David Jasso (Editorial Valdemar, 2015), una historia que engancha y estremece, que angustia y sorprende. Personajes con muchas capas, ni blancos ni negros, vamos, de los creíbles, y una narrativa muy cómoda e inmersiva, de la que te hace olvidar que estás leyendo.

Os dejo la sinopsis al final.

Estamos en un futuro que podría ser pasado mañana (salvando las distancias, no quiero ser malrrollera, estamos mal, pero a lo mejor no tanto), porque el autor no nos lleva a una distopía basada en un apocalipsis climático o virulento o a un futuro de convivencia o lucha contra las IA, sino a uno en el que la crisis económica ha derivado en un sistema de gobierno opresor, que asesina a aquellos que alzan la voz en su contra, al paro, a recortes que hacen que los policías patrullen solos y roben, casi por norma, a quienes tienen que ayudar.

A un futuro de cárceles que son un mero agujero en el que almacenar a los criminales, sin funcionarios ni normas, tan solo las que los mismos presos establecen, a la delincuencia, al vandalismo, al miedo, a la desesperación y a las Plazas de la Ida: la única forma de protesta que les queda a los ciudadanos; una forma radical, extrema y triste, cuyo funcionamiento no voy a desvelar, y que es detonante, acelerador y justificación de la historia.

En medio de esta situación se encuentra un matrimonio y su hija pequeña, que pasan un último fin de semana en su casa de la montaña antes de venderla. Alguien llama al timbre insistente y juguetonamente, pero cuando preguntan quién es, no reciben contestación. Dada la situación de inseguridad generalizada, Tomás, el marido, decide salir por la puerta del garaje para echar un vistazo sin ser visto, y a partir de ahí, se lía parda. Madre e hija pasan las de Caín enfrentándose a lo que acechaba tras la puerta.

Un malo carismático, otro malo que no es tan malo y que genera ternura y pena, una protagonista algo tocada, y aparentemente débil, que tira millas, a pesar de lo malamente que se lo están haciendo pasar a ella y a su hija, y unos extraños personajes que las sobrevuelan y observan, en apariencia, ajenos a lo que está ocurriendo. Sin embargo, muestran demasiado interés como para ser simples espectadores.

Para plasmar la perspectiva de estos personajes, Jasso se vale de un estilo muy cinematográfico. Como si fuésemos una cámara con steadycam, nos mete entre las carnes de los protagonistas, nos lleva por sus ojos, sus pestañas, nos introduce en el motor de un coche o nos monta sobre una bala. El autor se sirve de diálogos ágiles y descripciones equilibradas a la hora de narrarnos la historia, aunque hubo un par de momentos que se me hicieron un pelín largos, situaciones en las que Jasso se regodea y estira, para mi gusto, en exceso.

Y por sacar otra pega, llamadme loca o cortita, pero no entiendo la ilustración de la cubierta de Daniel Expósito. Es como si fuera de otra novela. En serio, no os dejéis llevar por ella porque, quitando la nieve y el coche, no tiene nada que ver con el contenido. Me imagino que es una recreación libre, muy muy libre.

Me ha gustado «Disforia» y ya tengo «La silla» (Apache Libros, 2023) en la parrilla de salida, siguiendo de cerca a «Holly» de King (regalo de Reyes) y a «Cómo vender una casa encantada» de Grady Hendrix (préstamo de mi querida y megalectora madre).

Valoración: 🍺🍺🍺🍺/5

La sociedad arrastra una crisis económica y de valores que parece irreversible. Esther y Tomás, un matrimonio joven con serios problemas laborales, deciden pasar un último fin de semana, junto con su hija de dos años Say, en el apartamento de montaña que compraron en tiempos mejores y que ahora necesitan vender. En plena tormenta de nieve, alguien llama a su puerta y comienza la pesadilla. Veinticuatro horas de terror extremo, en las que deberán luchar para sobrevivir. En su huida, la situación se complicará aún más y se verán obligados a enfrentarse a sus miedos más profundos y ancestrales. Porque, además, alguien que se desplaza entre las sombras les acompaña en su viaje sin retorno.

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