Reseña: «Alone at the top» de Carlos Sisí

Sisí no te deja respirar, cuando crees que estás comprendiendo algo y llegando a una conclusión, surge una nueva vuelta de tuerca que te hace reiniciar el cerebro

Alone at the top de Carlos Sisí (Obscura Editorial).

Como muchos otros, me enganché a Sisí a través de la trilogía (hoy en día, pentalogía) Los caminantes. Luego seguí con La hora del mar, Alma, Varsovia, Vienen cuando hace frío y Rojo de la trilogía Vampiros (confieso que me quedé en el primer volumen, esperaba un enganche como el de Los caminantes, pero no resultó así, ahora no puedo argumentar el porqué, ya no me acuerdo, es lo que tiene leer mucho y tener una memoria de piojo) y en la mesilla de noche me esperaban Panteón y Hechicero: la Parábola de Ellör, pero, cuando Obscura publicó Alone at the top, sentí el impulso de hacerme con ella y dejar a sus primos hermanos de pluma esperando. ¿Valió la pena?, como diría Marc Anthony. Pues sí.

El principio promete: un tipo se despierta sin saber quién es ni reconocer el lugar ni a las personas con las que se encuentra. No es original, ya he leído y visto inicios semejantes, pero Sisí lo plantea con maestría, con unas situaciones y unos diálogos tarantinianos que te enganchan e incitan a seguir leyendo para descubrir qué leches está pasando ahí.

El protagonista está encerrado en una casa sin puerta con tres personajes con muy malas pintas, que responden a llamadas telefónicas con números, mientras esperan a un cuarto hombre, que bucea en el sótano de la casa. Tienen una misteriosa misión, que encima ha orquestado él, pero no tiene ni pajolera idea de cuál es, bueno no tiene ni idea de absolutamente nada, y hace lo que puede por salir del paso haciendo como que sí, porque sus compinches parecen bastante peligrosos.

Sin embargo, el muy malvado de Sisí coge, y de ese escenario te lleva a otro totalmente distinto sin llegar a la explicación. Realmente sí te da una, pero una parcial y que, encima, te plantea más incógnitas, y así evoluciona la historia, una incógnita tras otra hasta el final.

Perfecto, ¿no? De eso se trata, pero es que el autor no te deja respirar, cuando crees que estás comprendiendo algo y llegando a una conclusión, surge una nueva vuelta de tuerca que te hace reiniciar el cerebro y caer en los detalles que habías pasado por alto. Así que esta novela no es para lectores «dámelo mascadito, que no tenga que pensar mucho», porque te hace reflexionar de continuo y hasta el mismísimo y puñetero final, ahí lo dejo.

Y ahí lo dejé en Instagram y Facebook (quién me iba a decir cuando escribí en este blog sobre la promoción de La habitación de Minerva que iba a llegar a manejarme con ellas), pero aquí, que sé que no me lee prácticamente nadie (en Instagram tampoco mucha, pero bueno), me voy a atrever a ir un pelín más allá. Me cuesta ser crítica, no sé si será porque cuando me toca a mí, me quedo un poco hecha polvo —que conste que acepto las críticas y que creo que son necesarias para aprender, pero mi corazoncito sufre— y criticar a Sisí, al que encima conocí y me cayó muy bien, me resulta incómodo. Sin embargo, he de decir que cuando terminé esta novela me quedé descolocada. ¿En serio, Carlos, me vas a dejar así? Puede que mi cerebro requiera demasiadas explicaciones porque él solito no sea capaz de darlas. Y ahora sí que lo dejo: no quiero desalentar a nadie a su lectura por mi necesidad de dejarlo todo atado y bien atado. La historia es un viaje trepidante que merece ser vivido.

Otra minicrítica que no tiene que ver con el final y que también está relacionada con una de mis obsesiones: he visto unos cuantos «detrás suyo» que me han hecho un poco de daño en los ojos.

Valoración: 🍺🍺🍺🍺/5

Sinopsis:

El hombre despierta en la habitación de una casa que no reconoce. No recuerda nada: ni quién es, ni cómo ha llegado allí. De pronto se encuentra rodeado de un grupo de hombres de los que desconfía; parecen peligrosos y andan enredados en una misión que parece, si no ilegal, potencialmente peligrosa. No entiende nada de lo que hacen y cada instante le genera un sinfín de preguntas. Como no logra acceder a sus recuerdos, decide manejarse con prudencia, ya que desconoce si es el jefe, el prisionero, o un miembro más de esa banda.

Pasa el tiempo y el puzle se complica hasta la locura. Nuestro protagonista acabará descubriendo que la misteriosa organización Alone at the Top es la aparente responsable de su amnesia y de la circunstancia en la que ahora se encuentra; pero lejos de resolver nada, eso lo complica todo aún más. A partir de ese momento, comenzará a enfrentar situaciones cada vez más surrealistas y desesperantes que le llevarán a hacerse una pregunta que le atosigará más a cada paso que dé, la única pregunta que verdaderamente importa: «¿Es esto real?».

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