Los chicos del valle de Philip Fracassi
(Dilatando mentes Editorial, 2023)
Vuelvo con Dilatando mentes. Ya reseñé Inanición de Daria Pietrzak y a hora le toca el turno a Los chicos del valle: ha cumplido mis expectativas y con nota.
La descubrí gracias a los óscar literarios del terror organizados por David Calpa en su canal de YouTube Gafas y ojeras. Menuda currada se pegó: reunió a un montón de reseñadores de diferentes redes sociales y les pidió que puntuaran sus tres mejores lecturas de terror de 2023 y Los chicos del valle resultó ganadora.
La siguieron de cerca Acércate de Sara Gran (La Biblioteca de Carfax, 2023) —que también tengo en mi poder— y Hex de Thomas Olde Heuvelt (Nocturna, 2023). Rauda y veloz, busqué Los chicos del valle, me leí la sinopsis (podéis leerla al final) y me la pedí para el Día de la madre.
Y, rauda y veloz, Dilatando Mentes me la envió a casa junto con Beulah de Christi Nogle, una de sus últimas novedades.
La he devorado, no ha habido serie de televisión o cansancio que me impidiera imbuirme en ella cada noche porque, como dice el escritor Iván Ledesma en el prólogo, «provoca lo que comúnmente podemos llamar un enganche absoluto».
Y es dura, muy dura. En ella el sufrimiento se ceba prácticamente de manera exclusiva en los niños y, si tenéis especial sensibilidad en ese sentido, mejor que no la leáis, aun a riesgo de perderos una magnifica novela de terror del «güeno».
Los chicos del valle desprende un envolvente aroma a clásico del terror por su ambientación: 1905, un orfanato en un recóndito valle; por sus personajes: niños tristes, abandonados y maltratados, y sacerdotes, la mayoría de mano dura, pero también uno de buen corazón; por la trama: posesiones; y por el estilo y la escritura de Fracassi: dinámica, concisa, pero descriptiva, y embaucadora, cualidades que el traductor (y coeditor de Dilatando Mentes), José Ángel del Dios, ha sabido preservar.
También es original a la hora de plantear el tema de las posesiones: no hay un único infante o preadolescente poseído por un demonio contra el que hay que luchar con el consabido exorcismo, no, digamos que en el orfanato de San Vicente la cosa se vuelve más comunal y deriva en una lucha que no se limita a hombre/sacerdote/matrimonio Warren/… VS demonio.
Hay escenas realmente desgarradoras y tristes en las que te dan ganas de salir corriendo hacia el valle, rescatar a todos los huérfanos y llevártelos a casa; «orfanato» y «tristeza» son términos que se envuelven el uno al otro, arrópalos con decrepitud, soledad y mucha nieve y tienes una historia intensa y estremecedora.
Continente —Dilatando Mentes nunca decepciona en ese sentido— y contenido rezuman saber hacer y una lúgubre belleza que te envuelve desde la primera página. Fracassi maneja los puntos de vista de cada personaje con maestría a través de capítulos cortos y un ritmo ligero y cómodo. Terror con unas entrañas «a lo clásico» y una carcasa muy actual.
La recomiendo al cien por cien. Ya va por la tercera edición y no me extraña en absoluto.
Valoración: 🍺🍺🍺🍺🍺/5
Orfanato para niños de San Vicente.
Principios del siglo XX, en un remoto valle de Pensilvania.
Bajo la atenta mirada de varios sacerdotes, treinta chicos trabajan, se instruyen y rinden pleitesía al Señor. Viven sus vidas de forma metódica y se llevan bien a pesar de tener personalidades y pasados diferentes.
Peter Barlow, huérfano desde la infancia, ha forjado una nueva vida entre sus muros y, a medida que se acerca a la edad adulta, echa la vista atrás y ve que ha conseguido un grupo de amigos, un futuro, una familia…
Una noche de tormenta, un grupo de hombres llega hasta las puertas del orfanato, uno de ellos malherido, con el cuerpo cubierto de símbolos extraños grabados en su piel. Tras su muerte, se libera un antiguo mal, y pronto, los chicos, empiezan a actuar de forma diferente…
Ahora, Peter y aquellos a los que consideraba sus hermanos, deben elegir bando, sabiendo que sus vidas, y tal vez sus almas, están en juego.